¿Sabías que nuestro cuerpo sufre cambios durante la práctica de una relación sexual?
En la entrada de hoy los vas a conocer, pon atención a ello, ¡VAMOS ALLÁ!
La relación sexual pasa por diversas fases, concretamente por cuatro. En cada una de ellas se producen una serie de cambios en nuestros cuerpos, dónde nuestras zonas erógenas responden a esos estímulos que nos producen placer.
La primera fase es la de excitación. Esta aparece cuando nuestro cuerpo percibe un estímulo físico o psíquico.
En el cuerpo del hombre se da con una erección en el pene, la piel del escroto se engrosa y los testículos suben hacia arriba.
En el cuerpo de la mujer, la vagina y la vulva se preparan para la penetración, los labios y el clítoris aumentan de tamaño, y la vagina se lubrica. Las mamas se endurecen y aumentan de tamaño.
La segunda fase, la meseta, en el cuerpo del hombre, se dan contracciones en el ano y el pene, y se le adormecen los testículos, y su tamaño se duplica. En este momento produce un líquido no seminal (preseminal) el cual puede contener esperma (“antes de llover, chispea”)
En el cuerpo de la mujer, se expande el total de la longitud de su vagina, el clítoris se esconde en su capuchón y los labios disminuyen su tamaño (plataforma orgásmica).
La tercera fase, la del orgasmo. En el cuerpo del hombre, se da con la eyaculación.
En el cuerpo de la mujer, se da con contracciones rítmicas en la vagina y el ano, liberándose así la tensión muscular y la descongestión de los vasos sanguíneos.
En la cuarta y última fase, la de resolución, el cuerpo vuelve a su estado de inicio. Desaparecen los cambios producidos en las anteriores fases, para recuperar el aspecto y ritmo habitual del cuerpo.
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